martes, 6 de enero de 2009

Tom-boy And Little-women



de Carlos Martinez Rivas




No nos equivoquemos sobre este punto.
Las niñas marimachas, chinvaronas, tom-boys
-como se diga-
que juegan sólo con muchachos, beisbol de lustradores
trepadoras de rodillas raspadas,
con cicatriz visible y permanente en la ceja izquierda
impresa contra el filo de la piedra
de la poza absoluta de la infancia:
son sensibles, intensas bajo sus overoles,
y despliegan más tarde mamalias adorables
y hacen hombre al hombre porque lo trataron
desde niñas y se lo saben desde dentro,
y ya adultas le amortiguan todo lo que
es demasiado duro, pulido e hiriente
como ebanistería enemiga.

Pero las otras, mujercitas, little-woman, damitas
-como se diga-
que juegan con muñecas y bordan y cocinan de mentira,
son más tarde mezquinas económas que esconden senos
ínfimos, metálicos y devienen
espeluznantes cónyuges, paridoras de futuros
misóginos, como aquel desdichado que menciona
el doctor Robert Burton en Anatomy of Melancholy,
que no salía nunca, y cuando en su alta alcoba
alzaba los visillos, asomándose al tumulto de Londres,
si divisaba apenas una sombrilla o un talle,
rompía a vomitar.

4 comentarios:

Marita Balla dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Marita Balla dijo...

Mujeres las hay como tantas espacies suceden al planeta, y qué decir de hombres, si los hay.

Mujeres que "devienen espeluznantes cónyuges, paridoras de futuros misóginos" como también están las que "hacen hombre al hombre porque lo trataron"

Pero también están las luchadoras, de las inteligentes, hacedoras de la vida, que construyen su casa y con las manos fabrican el pan de cada día, de las que no por ser un género se dejan sujetar por el hilo pendiente de algún juicio, sino más bien son hembras como totalidad en la velocidad de ser, se saben mujeres en toda su amplia condición, amarran en sus manos la sílaba alquimia de los hombres como también en un gesto del viento cuando sopla fuerte por el norte se la sueltan.

La diferencia está en que las últimas se saben del amor y eso las salva.

Qué buen poema!

Recomiendo se anexe a José Coronel Urtecho con su “Pequeña biografía de mi mujer” el sí que sabe lo que es una mujer.

Unknown dijo...

A mi solo me gusta el beisbol y tener la ceja rota

Lilya Nuratis dijo...

jajja excelente!!!!....

me encanto!!!!

Besos enormes Lilya